Como bien saben los lectores, la tapa, comer de tapas es una genuina forma gastronómica enormemente habitual en el sur de España y cada vez más común en el territorio patrio, incluso excede nuestras fronteras y se abre camino en lugares tan tradicionalmente anodinos en la gastronomía como la capital británica donde un chef, extremeño y español , José Pizarro ha puesto su nombre junto a la tapa en uno de sus celebrados establecimientos de la ciudad londinense  https://josepizarro.com/jose-tapas-bar/ en que ofrece la más florida carta de tapas “typical spanish “ eso sí, de máxima calidad.

Sin ir tan lejos, ciudades españolas como Granada, Almería, León o Logroño por citar algunas, hacen de esta costumbre alimentaria un lujo para cualquier paladar y no es poca cosa, pero tenemos que recordar que esta peculiar manera de comer se encuentra en trámites para que la UNESCO le conceda el título de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Tampoco es baladí, pensar que en el imaginario colectivo exista la idea más o menos generalizada de que esta fórmula culinaria no es demasiado compatible con realizar una dieta equilibrada y saludable, tal vez esa propuesta más despreocupada a la hora de comer y normalmente asociada a bebidas ligeramente alcohólicas o no, haga entender tal idea.

Desde aquí queremos romper una lanza en favor del tapeo como genuina forma gastronómica, necesitamos hacer entender a propios y extraños que también se puede comer saludablemente cuando salimos de tapas. No obstante, es preciso hacer un reflexión seria y justa ya que el auge de esta forma de comer ha facilitado en exceso el incremento en las barras de planteamientos gastronómicos, por decir algo, absolutamente antagónicos con lo que entendemos por alimentación saludable. Productos de escasa calidad, elaborados de forma a veces, pretenciosa, pero con un resultado catastrófico tanto en lo organoléptico como en lo referente a la salud. Todo es el producto de una mala praxis hostelera donde prima la caja frente a la calidad, pero hemos de fijarnos no solo en la calidad de producto sino en la calidad alimentaria y en ese ámbito debe intervenir la lógica y el buen hacer, una simple reflexión: Si se entiende Patrimonio Cultural de la Humanidad, que sea patrimonio para la salud como algo esencial en la vida de los humanos.

No hay que obviar que muchas personas con ciertos problemas de salud tienden a ser todavía más conservadores con el disfrute del tapeo, el caso es que no hay inconveniente en degustar una comida en forma de pequeños platitos si lo hacemos guiándonos por la con cabeza y no tanto con el corazón. La clave se esconde en saber elegir.

No nos vale cualquier tapa, aun mejor, no debemos tapear en establecimientos que no sean cuidadosos con la calidad del producto que ofrecer, pero aun más, deberíamos exigir a los hosteleros que ayudaran a cuidar la salud de los parroquianos y para ello que mejor que ofrecer platos saludables, queridos hosteleros que la mayoría lo hacéis de maravilla, solo falta que os dejéis asesorar un poquito por profesionales de la salud alimentaria, por cierto NutriSanum os puede echar una mano. Pero no podemos culpabilizar a los establecimientos, el usuario elige y debe hacerlo en base a su salud y gusto gastronómico y por supuesto hay muchas opciones posibles.

Sin ir más lejos, esa casi tópica hamburguesita que inunda las cartas de tapas, la mayor parte de ellas están cargadas de grasas saturadas, pan de mala calidad y salsas de dudosa reputación, pues hay quien hace las cosas diferente, este verano por suerte como tantos otros, disfrutando de unos días de asueto en mi querida costa gaditana, pudimos disfrutar de una tapa de medalla de oro, el tunaburguer, hamburguesita de atún de almadraba, confeccionada con esmero en ese magnifico enclave barbateño que es El Campero (http://www.restauranteelcampero.es/) templo de adoración donde los haya de esa delicia para el paladar y ayuda a nuestra salud cardiovascular que es el atún del Estrecho, al que dedicaremos un próximo post.

No quiero decir con esto que todas las ricas carnes de vacuno y cerdo se transformen en hamburguesas pescaderas, pero si es posible reducir su nivel de grasa saturada, en otros lugares las preparan de forma excelente con calamar, jibia (choco, sepia) u otros cefalópodos. ¡Imaginación hamburguesera al poder!

Todo esto no quiere decir que haya que cambiar todo el elenco gastronómico tradicional de la Piel de Toro , aunque sí es posible mejorarlo y mucho.

Algunos ejemplos de tapas saludables, todas las de pescado, mariscos, pulpo… si es posible no frito o si lo es hecho de forma cuidadosa para evitar exceso de aceite y obvia decir que limpio y saludable. El jamón, sobre todo si es ibérico y de bellota, una sabia elección; carnes a la plancha, guisos ligeros, bien elaborados, sin artificios raros, sin salsas de dudoso origen u otros ingredientes poco amigos de nuestra salud agazapados en su interior. No nos olvidemos de las verduras que también pueden formar parte de la carta de tapas saludables y no por ello hay que ser vegetariano, delicias como esos guisotes tradicionales cocinados con cariño y devoción culinaria, rebajados en grasa, como unos garbanzos con espinacas y bacalao, unos fideos con caballa, o unas berenjenas a la parmesana,… Tal vez una oferta gastronómica de este tipo pueda marcar la diferencia no solo para elegir el plato sino también el local, ¡ojo al parche!

No quiero terminar sin hacer una pequeña referencia a la pareja insustituible de la tapa, la bebida puede poner en jaque a más de uno cuando sopesa ir de tapas, las habituales son alcohólicas, vino y cerveza, evidentemente si se obvia mejor pero ingeridas con moderación no deberían causar ningún inconveniente. El vino contiene más cantidad y por tanto más calorías aunque muchos taninos y algunas sustancias antioxidantes interesantes, la cerveza es menos energética, rica en vitaminas y la denominada “sin alcohol”, algo más favorable. No obstante, si queremos hace la elección más saludable, el agua con gas, zumo de tomate, una gaseosa de siempre son bebidas muy validas, ¿y los refrescos 0.0?… que te digo, como producto de calidad deja mucho que desear, agua carbonatada, edulcorada y saborizada…eso sí, no engorda.

Podría estar escribiendo horas sobre el tema, pero creo que deben quedar en nuestra mente dos ideas fundamentales:

Ofertar una carta de tapas saludables

Saber elegir aquello más beneficia a nuestra salud